lunes, 7 de noviembre de 2011

Nunca prometas aquello que no puedas/quieras cumplir

¿Quién no ha incumplido alguna vez una pequeña promesa, de esas sin importancia, que se les hace a la pareja, a una madre, a un amigo o a un hijo? Estoy casi convencida que son pocos los afortunados que SIEMPRE que han empeñado su palabra SIEMPRE la han satisfecho totalmente, ¿no?

Yo he de confesar que no soy de prometer pero alguna vez que otra he garantizado que haría o no haría alguna cosa y después todo cayó en saco roto –insisto, siempre hablo de promesas más triviales como ponerse a dieta, llamar más a menudo a alguien, no llegar tarde, etc.--.

Soy fumadora. Sí, ya lo sé. Sé que estoy demodé, anticuada, que perjudico mi salud y, lo que es peor, la de los que me rodean… (en casa sólo fumo en la cocina). Lo sé. Después de tomar conciencia sigo… 

Resulta que mi hijo y mi marido, con sus mejores intenciones, me tienen frita todo el santo día pidiéndome que deje de fumar. Un día de este verano, en San Fernando –en mi tierra- no se me ocurrió otra cosa que prometerle a mi hijo que cuando llegara a Terrassa en septiembre, lo dejaría. Fue fácil que lo entendiera y se creía ganador –incluso explicaba a su padre que él solito lo había conseguido-. Es más, durante el resto del verano no me recriminó ni una sola vez que fumara. Lo tenía claro… tendría que volver a Terrassa para que su mami no volviera a echar humo por la boca.
 
Pasó el verano y volvió el cole y con ello la rutina del día a día –que es perfectamente similar a la que describió mi amiga Kika Lulablue--. Y claro, ya lo he dicho, establecida la normalidad, mi vicio continuó ahí. Yo seguía fumando y mi hijo no me decía nada. Parecía haber olvidado mi palabra empeñada. Así que yo, encantada de la vida, continuaba disfrutando de mis cigarrillos.

Eso pensaba yo, pero para mi sorpresa la otra tarde cuando llegué a su clase a recogerlo de su ardua jornada escolar, salió su profesora, como cada día, a recibirme. El seguía sentado en un corrillo de “compis”, inmersos todos en una conversación que parecía de lo más interesante. Cristina se dirigió todavía riendo. “Este Jaime es tremendo”, me dijo “Está charlando con los niños y de repente ha soltado: ¿Mi madre? Mi madre sí que no tiene palabra. Me prometió que dejaría de fumar y todavía no lo ha hecho”.
 
Solté una carcajada que, en cierto modo, enmascaraba mi apuro. ¿Por qué se empecinan los niños en contar aquello que no deben? Y lo qué es peor ¿por qué había evidenciado una gran verdad? Su madre NO TENIA PALABRA.

De esto hace cuatro días y he de confesar que todavía no he intentado dejarlo definitivamente. Tengo el libro “Dejar de fumar es fácil…” en mi mesita, me he comprado un cigarrillo de mentira en la farmacia y unas gotas de eucalipto en el herbolario que, supuestamente, me quitaría las ganas de fumar… y de momento, nada. Pero mi hijo se merece que la cumpla porque si hay algo que enaltece a la persona es el cumplimiento de la palabra empeñada.

La vida está llena de “promesas”. Promesas sencillas –como la mía--, promesas de conveniencia, promesas de amor, promesas laborales, promesas espirituales, pero todas, al fin y al cabo, promesas que, en demasiadas ocasiones, se quedan en el simple ofrecimiento, eludiéndose las responsabilidades que el cumplirlas conlleva.
 
Así que padres, madres, tíos, hermanos, abuelos… amigos en definitiva, si me lo permitís os recomiendo una cosa: “Nunca prometáis aquello que no podéis/queréis cumplir” porque como ya dijo Napoleón “la mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás” si no se está convencido de que se va a hacer (ésto se lo añado yo al señor Bonaparte, ¡qué osada!).
 
Yo no os voy a prometer que el próximo lunes ya seré ex fumadora, pero lo intentaré, y de aquí a un tiempo espero haber recuperado la confianza de Jaime. 

Por cierto, mientras escribía estas líneas me preguntaba que qué hacía. “Estoy escribiendo una cosita, cariño” - ¿Qué cosita mamá?” – “Pues, les explico a mis amigos que te prometí que iba a dejar de fumar y no lo he hecho?” – “Y eso ¿para qué mami? ¿Para que vean lo mala que eres cumpliendo tratos”. Touché, Jaime, touché.

Un beso y que tengáis un buen día cargado de lindas promesas cumplidas o “cumplibles”.

PD: Jesuli, si estás ahí, manifiéstate y no incurras en una “falsa promesa”;-)

4 comentarios:

  1. No es un chiste, May.
    Ciertamente, debes dejar de fumar.
    Tu hijo podría ser uno de esos pocos que SIEMPRE se comprometen de palabra solo a lo que pueden asumir con hechos. No dejes que se pervierta, enséñale que te ha enseñado, que has aprendido y que él no se equivoca al considerar de importancia la palabra.

    No desesperes, dejar de fumar es fácil, solo tienes que querer. Prepárate para los sustitutos, pide paciencia a los que te rodean, y ¡adelante!

    ResponderEliminar
  2. Buenas mmmstrip! Ya sé, ya sé que no es un chiste... Hombre, era mera anécdota porque, afortunadamente en lo comprometido de la vida en mi casa SI que tenemos palabra y mi hijo así lo aprende y lo sabe. Supongo que no debo ser de las pocas personas que siempre deja para el lunes siguiente la dieta, el ejercicio físico o cualquier otra acción similar...

    En cuanto a lo de dejar de fumar, gracias por los ánimos, me hacen falta porque me cuesta tanto, de verdad!!! Un besazo y hasta la próxima

    ResponderEliminar
  3. Te entiendo perfectamente, yo probe a dejar de fumar un dia con el libro del que hablas y una vez conseguido el reto se lo dije a mi madre, dijo sentirse tan orgullosa que no fui capaz de volver a coger otro cigarro por no decepcionarla. Y no veas el trabajo que me costo, pero hoy ya hacen 7 anos y estoy super contenta de que mi madre se sienta orgullosa de mi.
    suerte

    ResponderEliminar
  4. Gracias aperador... Intentaré lo del libro y espero poder conseguirlo algún día --que no sea muy lejano--. Lo peor de todo es que más de un año y medio estuve sin fumar (el embarazo y 11 meses que le di pecho al niño), pero recaí, ya sabes... bueno uno despues de comer, otro después de cenar y al final los 10 ó 12 que me vengo fumando al día... No me enrollo más. Lo dicho, muchas gracias por los ánimos. Espero que los míos también puedan sentirse orgullosos de mi ;)

    ResponderEliminar