Después de un tiempo sin ponerme en contacto con vosotros me parecía de recibo contaros una buena nueva: Llevo 20 días sin fumar, concretamente desde el 8 de enero. Que no digo yo que haya dejado de fumar para siempre porque me parece pronto todavía para catalogarme de ex fumadora, pero estamos en proceso de ello.
Sí queridos amigos, 20 angustiosos y largos días,
con sus 20 angustiosas y largas sobremesas , con sus 20 angustiosos
y largos cafelitos de media tarde y con sus 20 angustiosas y largas sobrecenas…
Pero tenía que hacerlo, se lo debía a ellos que tantas veces me lo han pedido. (Bueno,
una noche, concretamente la del 11 de enero, que salí de marcha con mis mamis
de las Pías, me fue un par de ellos, pero me lo perdonáis, ¿no?).
Que no sé yo si lo conseguiré, pero que lo estoy
intentando sí, y eso a día de hoy para mi es casi una victoria. Porque lo tengo
que confesar: me encanta fumar y ¡lo echo tanto de menos!... Pero esta vez
estoy totalmente mentalizada. Además, no puedo volver. No, no.
Ahora no
puedo dejar mal a mi hijo que si una vez consideró que su madre no tenía palabra porque
no era capaz de cumplir su promesa de dejar de fumar,
y así se lo hizo saber a toda su clase; el otro día me mandó felicitaciones de
Nuria, su profesora, y todos sus compañeros de clase por haberlo dejado. ¡Qué
mono es mi Jaime!
Por cierto, quiero aprovechar estas líneas y este
espacio para dar las gracias a Respiral,
la empresa de caramelos, por los suyos con sabor a regaliz porque, como diría
mi amiga Castillo, conmigo “se les ha
aparecido la Virgen”. No veáis como estoy remontando las ventas con la pechá
de Respiral que me meto a todas
horas.
Esta vez lo decidí de un día para otro, en silencio,
sin decírselo a mis chicos. Sin sentir el peso que conlleva hacer este tipo de sencillas
promesas que ni tú misma crees que lograrás. Sin pausa pero sin prisas
e intentando recuperar confianza en mí misma. “Puedo dejarlo. Puedo dejarlo”, me repito cada vez que me apetece
echar humo por la boca –y son muchos estos momentos en el día, os lo aseguro--.
Así que, queridos amigos, este es mi próximo
objetivo: convertirme en ex fumadora. Y espero no ser de las intolerantes y hartibles
que llegan a taladrar con sus experiencias saludables desde que no fuman,
porque como yo, cada uno ha de tener el día y el momento en que decida cuándo y
cómo hacerlo. Sin presiones externas.